Así como muchos, he sido un adicto de cabellera abundante y melenuda, que no se sacan el jockey - aquellos que no logren comprender el significado de la palabra tengan en cuenta que jockey es el gorrito con viscera muy popular entre los beisbolistas, camioneros, delincuentes, entre otros patanes de la sociedad, entre los que me incluyo - ni para almorzar.
Recuerdo bien la actitud de un profesor sobre ingresar a la sala de clases con este elemento. Su rostro humano y mal humorado cambiaba hulkianamente revelando a un orco desaforado exigiendo la inmediata remoción de tal sombrero veraniego. Afortunadamente no fui jamás víctima de sus crueles arrebatos verbales, ya que seré desplicente pero no a tal extremo.
El hecho concreto es que mi actitud es ejemplar dentro de la calaña portadora de este vicio. Usualmente no tienen consideraciones y su uso es impuesto aún frente a gente respetable, a los cuales se le debe presentar "respeto" (si es que se puede llamar respetable a algun individuo en los días contemporáneos).
Tal es la situación, que yo mismo me he vuelto presa de estos galanes, que con sus férreas displicencias usan la más diversa gama de sombreros, gorros, pañuelos, etc. mientras tomo el rol de docente. Sí, por increíble que parezca la vida da vueltas sorprendentes.
Es así que puedo comprender el mal humorado semblante de mi pasado instructor. No es agradable ver a alguien en esa actitud, menos con un gorro chantado en la cabeza.
Ahora solo puedo seguir con mi hábito fuera de recintos con gente. Me hace sentir mejor el hecho de portar mi yelmo de viscera, en el lugar adecuado, sin molestar a nadie ... y eso significa sin molestar a otros individuos, porque dudo que animal, vegetal o objeto inanimado me de reprimenda.
Al menos bien puedo decir que sí me saco el jockey.
1 comentario:
jajajaja creo que puedo reconocer a ese individuo que se transformaba en orco, jajaja torrrrrrrpe juajuajuajau
Publicar un comentario